El Estrés Juvenil

[raquelllorca]

¿Qué es el estrés? Aprende a reconocerlo

A pesar de que el estrés tiene una connotación negativa, los especialistas aseguran que, de entrada, no es tan malo, simplemente es un proceso de adaptación. Ante las exigencias del mundo exterior sufrimos un proceso de activación gracias al cual nos ponemos en marcha para dar respuesta a esas demandas. Sin esa activación no podríamos concentrarnos para estudiar, ni atender cuando alguien nos está avisando de algo, ni esforzarnos por cumplir un trabajo. Lo que hace ese proceso es algo así como ponernos en alerta. Hasta ahí el estrés resulta beneficioso. El problema aparece cuando sobrepasa ciertos niveles, lo que se da cuando algo nos desborda. “Si las demandas del ambiente chocan con nuestros sistemas de afrontamiento o no tenemos recursos suficientes para atender a las exigencias que nos está provocando el entorno, se da una descompensación entre las demandas y los recursos personales y es entonces cuando el estrés resulta perjudicial para nuestra salud”, dice la psicóloga.

Hay que matizar que dentro del “mal estrés”, no todos los tipos son iguales. Para empezar, puede ser episódico o pasajero. Casado explica: “Si te llevas fatal con tu suegra y la ves en Nochebuena, podrás sufrir estrés agudo, episódico, que tiene un inicio y un final claro, y la persona que lo padece sabe que lo sufrirá durante un tiempo limitado.

Estrés crónico

Cuando se vuelve crónico es cuando esas fuentes de estrés seguramente son menos intensas pero constantes, es decir: tu suegra se ha ido a vivir contigo. O si te enfrentas con problemas de pareja o en el trabajo”. Pero, ¿cuál es peor para nuestro organismo? ¿Con cuál lidiamos peor? Según los especialistas son mucho más negativos los estresores constantes que los estresores puntuales que surgen en momentos determinados a lo largo de nuestra vida. El problema de este tipo de estrés es que empieza a tener secuelas importantes a nivel físico.

Estrés juvenil: ¿por qué se produce?

Podría decirse que el estrés juvenil forma parte de la vida moderna tanto o más que los móviles, Internet o las cadenas de comida rápida. Sin embargo, hay un dato que a los especialistas les llama la atención: desde hace unos años son los jóvenes, y en especial las mujeres, el sector de la población que más lo sufre. Isabel Casado, doctora en Psicología de la Universidad Complutense de Madrid y coordinadora del Máster en Intervención en la Ansiedad y el Estrés de la Facultad de Psicología de la UCM, asegura que “cuando se hacen estudios comparando los niveles de ansiedad y otras emociones negativas, el grupo de mayor emocionalidad es justamente el grupo de los jóvenes.

Los niveles de ansiedad son más altos en este grupo que en el de, por ejemplo, los que ya han cumplido los 50”.

¿Por qué afecta tanto a los jóvenes? “Precisamente este sector tiene menos recursos para afrontar los problemas, tiene menos experiencia y su interpretación de cualquier situación es más impulsiva. No hay que pasar por alto que durante la juventud es cuando se producen más situaciones de estrés objetivas. Es el momento en el que hay que tomar decisiones importantes: qué trabajo coger, qué piso comprar o alquilar, qué pareja es la ideal, si se forma una familia o no... Es decir, hay muchas más situaciones de estrés en ese período que cuando uno está jubilado y la experiencia es mayor”, explica la piscóloga. Pero ahí no acaba la cosa. Esta generación ha estado particularmente estresada desde la infancia. Muchos de estos jóvenes han tenido una agenda digna de un ejecutivo desde que estaban en el cole, debido a la idea de sus padres de que si querían llegar a tener éxito profesional y personal tenían que ser competitivos. “Todo aquello que exige un tiempo de concentración y un esfuerzo superior a la capacidad y los recursos de un niño puede causarle estrés. A menos que las actividades extraescolares sean deportivas, es preferible no sobrecargar al niño”, aconseja Casado.

Hay otro factor a tener en cuenta entre los jóvenes que acaban estresándose: sufren porque no saben muy bien cuál es la dirección correcta que deberían tomar y, por si acaso, intentan abarcarlas todas, lo que acaba desembocando en muchos casos en crisis de ansiedad.

Y otra cosa: muchos jóvenes no tienen muy claro qué es lo que se espera de ellos: “Querer dar el 100% en todos los roles resulta francamente muy complicado. Esto afecta especialmente a la mujer, quien tiene que destacar como trabajadora para su propia satisfacción, así como ser buena esposa, buena madre... Buena en todo. Todo esto desborda a la persona”, explica la doctora Casado. Si sumamos todos estos factores no es un atrevimiento aventurar que el estrés se ha convertido en una forma de vida para las mujeres de hoy en día.

Ataque de ansiedad, reconócelo Hoy en día, sobre todo en la vida moderna cada vez vemos más a nuestro alrededor a familiares, conocidos y amigas con ataques de ansiedad. Este tipo de ataques pueden desequilibrarte, no sólo tu estado emocional sino también físico. El cuerpo suele reaccionar con un ataque de ansiedad cuando se defiende de algo, como los ataques de pánico, que en cierto modo forman parte de la misma familia. Sabemos que no es algo letal, pero que sí te puede afectar a otros niveles, como, por ejemplo, caída del cabello, estrés, depresión, etc Síntomas del ataque de ansiedad Seguro que hay veces que no sabes cómo reconocer un ataque de ansiedad. Lo primero que hay que tener en cuenta es que es una reacción del cuerpo muy normal y que no eres un bicho raro por tener un ataque de ansiedad. Los síntomas comunes a casi todos son que te empiece a temblar el pulso y una sensación de mareo. Cuando nuestro cerebro identifica que tiene que defenderse de algo que no le agrada nada se acelera nuestro ritmo cardiaco e, incluso, podemos llegar a tener taquicardias y dolor de pecho (pinchazos) porque estamos reaccionando a algo que nos da pánico o consideramos que hay que luchar contra un peligro.

Otros síntomas frecuentes pueden ser; sequedad de boca, caída del cabello frecuente, sudores fríos y calientes (cambios de temperatura corporal bruscos), ganas de vomitar, diarrea, también se te pude nublar la vista, etc

Cómo prevenir ataques de ansiedad

En todo esto del bienestar y la salud hay algo claro, "prevenir es curar" y como esta sabia frase también hay sabios consejos de especialistas que nos cuentan cómo corregir esos malos hábitos para evitar los ataques de ansiedad.

Evitar la ansiedad no es fácil pero si que es posible. Lo primero tienes que saber localizar bien qué temas y qué hechos en tu vida te están produciendo ansiedad. Si no localizamos el problema no podemos remediarlo, así que esta es la parte más importante.

Una vez localizado el foco de lo que te genera ansiedad intenta restarle importancia y corregir en tu cerebro esa sensación de malestar. Tienes que concienciarte de que esas situaciones no son tan peligrosas y no deben generar esas súper-alertas en tu cuerpo cada vez que te sucedan.

Consejos

Fuera obsesiones, manías, fobias y demás. Si es necesario busca la ayuda de un terapeuta para que te ayude a tratarlas.

Programa bien tu tiempo para que no tengas que ir corriendo de un lado para otro.

Tómate un tiempo de descanso, relájate, haz meditación, ejercicios de respiración, escucha música clásica...

La risoterapia y bailoterapia son unas buenas terapias para que el estrés se esfume.

No tomes bebidas excitantes: café, té, cocacola...

Intenta no agobiarte con los problemas que te rodean.

Controla tus emociones.

Haz ejercicio al aire libre.

Como mínimo una hora antes de dormir, procura no realizar ninguna cosa que te altere.